VISIÓN

Ser reconocidos como el mejor Museo de Títeres a nivel nacional e internacional, superando las expectativas de calidad en una constante evolución
Museo Nacional del Títere

MISIÓN

Proporcionar servicios educativos de alta calidad, con profesionalismo, actitud propositiva, sentido humano, en un marco de mejora continua
Museo Nacional del Títere

VALORES

Dignidad, Ética Profesional, Integridad, Excelencia, Honestidad, Calidez Humana, Honradez, Lealtad.
Museo Nacional del Títere


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Hola, bienvenidos.

Hemos creado esta sección para acompañarlos en el recorrido dentro del museo, para mayor practicidad sigan la señalización que tiene los círculos morados con las flechas blancas.

Disfruten su recorrido.

Una de las funciones primordiales del Museo Nacional del Títere, además de la custodia, conservación, preservación y difusión de su acervo propio o en comodato, es promover el teatro de títeres como una parte fundamental de las artes escénicas. Estamos seguros de que, al conocer tanto la historia del teatro de títeres como el proceso creativo y el compromiso de las y los titiriteros, podremos acercarnos a este propósito. Por esta razón, hoy queremos ofrecer a nuestros visitantes, durante su recorrido, un pequeño vistazo de esa historia, con el objetivo de despertar su curiosidad e interés por esta ancestral manifestación del arte y la cultura.
Son muchas las preguntas que nos hacen los visitantes al Museo Nacional del Títere, y las más recurrentes son: ¿Dónde y cuándo surgieron los títeres? ¿Cómo se construye un títere? y ¿Por qué el Museo en Huamantla?


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El Principio


Y al principio todo era luz del fuego y oscuridad… oscuridad y luz del fuego dentro de las cuevas prehistóricas, así nacieron las sombras.
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Aunque no existe una respuesta exacta a la primera pregunta, podemos guiarnos por las observaciones de investigadores y titiriteros. 
Son tan antiguos como el hombre mismo,
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afirmaba el maestro titiritero argentino Javier Villafañe cuando alguien se lo preguntaba. Y, de alguna manera, tenía razón. La animación de objetos —ya fueran rocas, ramas de árboles o cualquier otro material— comenzó prácticamente con la aparición de los primeros grupos humanos en el planeta. Es probable que su relación inicial con la naturaleza, incluida la fascinación y el temor ante los fenómenos inexplicables, así como la admiración por el Sol, la Luna y el firmamento lleno de estrellas, haya favorecido el inicio de esta práctica, que con el tiempo transformó esos objetos en fetiches utilizados en ofrendas y rituales para acercarse espiritualmente a los dioses.
Así nacieron, primero, los títeres de sombra: figuras planas, así como las manos, que, inicialmente, mediante la luz natural del sol y la luna, y luego con el fuego —primero fortuito y después controlado por el hombre—, engendraron fantásticas y mágicas figuras en el mítico juego de la luz y la oscuridad. Un juego de sombras que, hasta el día de hoy, sigue estimulando la imaginación y la fantasía de los seres humanos. 
Siglos después, la evolución humana incrementó considerablemente la capacidad de comprensión, así como la motricidad de las extremidades, lo que propició el avance de la tecnología. Este desarrollo también favoreció la creación y perfeccionamiento de los títeres, tanto en su construcción como en su contenido. Así comenzó, además del ritual ancestral, el largo camino del entretenimiento. Aparecieron los títeres de varilla y, más tarde, los de hilo, dando vida a las primeras marionetas. Finalmente, en tiempos más recientes, surgieron los títeres de guante o funda, que evolucionaron para formar otras familias de muñecos, como los bocones y marotes. 
Exploraciones arqueológicas en asentamientos de las culturas más antiguas alrededor del mundo han revelado numerosos hallazgos, como figuras humanas y animales, algunas articuladas, otras con fundas inferiores de piel y otros materiales. Los griegos ya utilizaban títeres movidos por hilos, llamados neurospastas, y no solo ellos, sino también los romanos y los egipcios, quienes alcanzaron altos niveles de perfección en la animación de estas marionetas. En sus representaciones, abordaban temas literarios, políticos, religiosos y, por supuesto, humorísticos. 
En las culturas originarias de Mesoamérica, desde el sureste con los mayas hasta el centro del país, existen numerosas pruebas de su presencia. En sitios como Teotihuacan, Las Ventas, Cholula, Cacaxtla, Xochitécatl, y Monte Albán, entre muchos otros, se hallan evidencias de su uso. Un ejemplo destacado son los olmecas, inventores del sistema de cultivo del maíz en barbecho, del calendario y la construcción de pirámides. También destacaron por su habilidad para tallar piedras, especialmente el jade, lo que les permitió producir numerosos objetos ornamentales, rituales y utilitarios, como sus enormes cabezas esculpidas en piedra. 
Para ilustrar la universalidad y antigüedad de los títeres, mostramos la similitud temporal entre las figuras articuladas de Mesoamérica y Asia, a través de la exhibición de la colección del Wayang Kulit, que es quizás el teatro de títeres de sombra más antiguo documentado. El primer registro de una representación data del año 930. El Wayang Kulit, antes de la llegada del hinduismo y el islam a la isla, era una ceremonia en la que se representaban historias rituales para pedir la protección de los dioses y espíritus ancestrales. Con la llegada de ambas religiones, el contenido y sentido de las representaciones cambiaron, prevaleciendo hasta nuestros días las historias épicas del Ramayana y el Mahabharata. Estos títeres, elaborados en piel de búfalo, son animados por un Dalang, quien no solo los mueve, sino que dirige toda la obra, incluida la música del Gamelang (grupo musical). 
El Museo Nacional del Títere exhibe figurillas articuladas de barro, datadas entre 200 y 600 d.C., todas ellas representando mujeres y encontradas en el sitio arqueológico de Xochitécatl (Nativitas, Tlaxcala), así como réplicas de figuras teotihuacanas y de otras culturas mesoamericanas, que dan testimonio de esta ancestral manifestación del arte escénico. Aunque su función era ritual-religiosa y no tenía el carácter lúdico que hoy entendemos como entretenimiento. 
Además de estas figuras prehispánicas, el Museo presenta una colección contemporánea del arte indonesio Wayang Kulit, la tradición narrativa más importante del teatro de títeres de sombra, que data del siglo X [Sala 1]. 


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El soplo de vida a un títere


El nacimiento de un títere comienza en la imaginación del titiritero, quien concibe la obra que llevará al escenario, buscando la fantasía y el divertimento tanto de los espectadores como del propio creador. Algunos hacen un boceto previo; otros, dependiendo del material elegido, van directamente a la construcción del personaje, ya sea humano, animal, ser mitológico o de la fantasía. En tiempos remotos, el barro, la madera de diversas especies de árboles, las pieles de animales y las plumas fueron materiales esenciales en la elaboración de los títeres. Con el paso de los siglos, los materiales utilizados en su construcción se han diversificado tanto que ahora se cuentan por cientos. Una pequeña muestra de esta creatividad, junto con algunos materiales y formas de construcción, se exhibe en la (Sala 2)


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Plaza de Toros


En el mundo de los títeres, y especialmente en el de las marionetas, la fiesta taurina ha sido un referente habitual en sus representaciones desde hace muchos años. La famosa corrida de toros de los Aranda, a mediados del siglo XIX, fue descrita como sublime por los escritores de la época. Tlaxcala es tierra de toros, y aquí presentamos una versión con pequeñas marionetas. (Sala 3)

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Guiñoleros mexicanos: Herencia invaluable. 


Aunque el teatro de guante o funda tiene un origen remoto, es en la Edad Media cuando, a través de los bufones, adquiere gran popularidad por su carácter contestatario y cómico, lo que lo convierte en voz del pueblo y fuente de entretenimiento. La llegada a México es incierta. El maestro Roberto Lago, en su libro Teatro Guiñol Mexicano, sugiere que pudo haber llegado con las tropas francesas a mediados del siglo XIX. Otros, como Carlo Antonio Castro, coinciden con esta fecha y mencionan que el teatro guiñol fue bautizado en nuestro país como Teatro Juanjuanillo, por su personaje principal, Juan, el pícaro Juanillo.
Sea cual sea la realidad, lo cierto es que en México surgió un importante movimiento de intelectuales y artistas de distintas disciplinas que dieron vida al teatro guiñol, respaldados por Bellas Artes desde 1932. Este movimiento no solo surgió como una propuesta artística de entretenimiento, sino como un compromiso con el desarrollo social del México post-revolucionario. A lo largo de los años, alimentó las misiones culturales, las escuelas y otros espacios, proporcionando historias, fábulas, campañas de salud y alfabetización, en un esfuerzo por cubrir la necesidad de entretenimiento y educación del pueblo mexicano de los años 30 a los 60. 
Por otro lado, a mediados del siglo XX nace el Centro Coordinador Indigenista Tzeltal-Tzotzil en la región de los Altos de Chiapas, como un centro para la integración de las comunidades indígenas a la evolución del país. En 1954, José Díaz Núñez hace los primeros intentos para formar un grupo de títeres con la instauración de talleres de construcción de títeres de guante. Pero es Marco Antonio Montero quien acompañado de Rosario Castellanos (quien escribe los guiones) y un grupo de Tzotziles y Tzeltales, quienes logran en trabajo conjunto establecer durante 2 años el “Teatro Petul” con el objetivo de llevar a las comunidades indígenas, programas: de salud, agropecuarios y de sanidad. Los movilistas eran los propios naturales de los Altos de Chiapas y las puestas en escena se realizaban en las lenguas nativas.  
La diversidad de personajes, de países y el valor artístico e histórico del teatro guiñol en el acervo del Museo, hacen indispensable su presencia y por esa razón las exhibimos en dos salas, (4 y 7) en la planta baja del Museo.  
 
En estas salas, nuestros visitantes admirarán personajes de esa época dorada creados por: Virginia Ruano, Pedro Carreón, Gilberto Ramírez Alvarado, Rafael Lemus, Juvenal Fernández Bravo, José Díaz, Pablo Cueto, Marco Antonio Montero todos mexicanos. Adalett Pérez Pupo (Cuba), Bruno Leone (Italia), Magdalena Rodríguez (Colombia), entre otros. Salas 4 y 8.  


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Titiriteros Contemporáneos .-


“El Santo, el Príncipe y el Coyote”


Como hemos mencionado anteriormente, los títeres a través del tiempo han evolucionado en todos sentidos: tamaño, animación, materiales y por supuesto en la propuesta teatral de las obras con temas actuales e incluyentes que no solo cumplen con el divertimento, también lo hacen con el compromiso social que durante siglos ha tenido el Teatro de Títeres en el mundo. En esta sala. Compañía Divadlo “La Niña Artista”, Grupo Eureka “El Magnífico”, John Keogh (Canadá) “El Lobo” “El Príncipe”, Bob Dolan (USA) “Indian Person”. (Sala 5)


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Asia y Oceanía


Teatro Wayang Golek, siglo XVII, títeres tridimensionales de madera animados con varillas, manifestación teatral de gran tradición e importancia para los habitantes de la isla de Java.

El teatro de títeres de mano en Taiwán, remonta su origen al siglo XVII en la prefectura de Quanzhou en la provincia de Fujian en la China continental. Alcanzando esplendor como arte propio, después de siglos de trabajo y dedicación. (Sala 6)


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Fundación Toscano.-


"La vuelta al Mundo en 80 Muñecos"


La Fundación Carmen Toscano, creada en 1992 por Manuel Moreno Sánchez escritor y político mexicano, es una fundación cultural de espacios abiertos a la reflexión, donde el talento se manifiesta en plena libertad y se conserva la memoria de los hechos que han forjado nuestra identidad colectiva.

La colección reunida por la Embajadora Carmen Moreno Toscano, en muchos años de trabajo diplomático, agrupa un gran número de figuras ornamentales procedentes de todo el mundo, construidas en distintos materiales que van de la madera a la porcelana en una verdadera variedad polícroma de etnias y orígenes. Complementa esta colección algunas marionetas mexicanas de diferentes épocas y autores. Mismas que se exhiben en este espacio dedicado a la fundación. (Sala 7)  
 


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Presea Rosete Aranda


En 1983, nace el Festival de Títeres en Tlaxcala que años después se convertirá en Festival Internacional de Títeres de Tlaxcala "Rosete Aranda". En 1993, ya con el Museo en Huamantla, se decide entregar un reconocimiento en primer lugar a las y los titiriteros cuya solidaridad al donar piezas ha contribuido a incrementar el acervo inicial y por otra a todas aquellas personas e instituciones que de igual manera han contribuido en la promoción, difusión y revalorización del teatro de títeres. En esta sala, los protagonistas. (Sala 9) 


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Mictlán "El Inframundo Mexica" .-


Teatro Negro


A decir de investigadores, el Teatro Negro tiene sus orígenes en la antigua China en el que, con velas, pantallas y entornos oscuros, magos vestidos de negro animaban siluetas de gran dimensión que parecían volar, las presentaciones (obras) eran apoyadas solo por la música y sonidos creados por ellos con su voz, instrumentos musicales y diversos objetos. En el siglo XVIII esta modalidad pasa a Japón y nace el teatro de títeres “Bunraku”.

En 1885 llega a Europa el teatro negro y pronto su técnica fue utilizada por el incipiente mundo cinematográfico para crear momentos mágicos.

En 1950, el teatro negro contemporáneo inicia su época en la región de Bohemia en la República Checa, a iniciativa del artista francés Georges Lafay quien exploró sus posibilidades y reinventó el teatro negro. Este teatro se caracteriza por el uso del escenario a oscuras con una iluminación estratégica para el juego de luces y sombras y la utilización de objetos o personajes fosforescentes.  
 
El más famoso es quizá “El Teatro Negro de Praga”.  
 
En esta instalación el grupo de títeres “Gato Bocarriba”, hace una interpretación libre del Mictlán de los Mexicas y otras culturas de Mesoamérica: el camino que deben seguir los muertos, para llegar al inframundo de acuerdo a su cosmogonía. (Sala 10)

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La Carpa .-


"Colección Piccolini"


La colección "Piccolini", que se exhibe en el museo gracias a un convenio de comodato celebrado en 2105 con la propietaria de la colección Elizabeth Tejada de Abruch, es un claro ejemplo de lo importante que es para los titiriteros: la calidad estética y presentación de sus muñecos en el montaje de sus obras y espectáculos, ya fuera para la carpa, el teatro, el cine y por supuesto en los inicios de la televisión a mediados del siglo XX.

Sin lugar a duda, siguiendo la tradición establecida por los Rosete Aranda y posteriormente por Carlos V Espinal y otras compañías titiriteras de la época, "Piccolini" monta obras y rutinas como: "El Circo", "Los Toros", Cuentos Clásicos y los Espectáculos Musicales de época, muestra de ello son las muy bien construidas marionetas de: Blanca Nieves, la Cenicienta, la Tempestad, Las mil y una Noches. Así también los intérpretes de la época de oro de la radio en México. Sin faltar las rutinas cómicas con títeres, rutinas bien estructuradas que hacían la delicia a los concurrentes a la carpa porque además del chiste universal eran capaces de improvisar sus rutinas de sátira ya establecidas, con los personajes locales de cada pueblo que visitaban.

Volviendo al carácter estético de las marionetas "Piccolini". El prototipo de marioneta que caracteriza esta colección podríamos afirmar es el realismo llevado al extremo en los rostros y el vestuario de casi todos sus títeres, sobre todo aquellos que tienen que ver con cuentos y espectáculos musicales, en ellos se nota el trabajo preciso de Don Joaquín Tejada tallador – escultor quien detalla, pule y define al máximo los rasgos del rostro como si fuera un santo de la iglesia católica. Sabemos que en su construcción participó junto a don Joaquín, un santero de nombre Max vecino del Barrio de Tepito en la Ciudad de México de ahí los rostros tallados en madera estucados y perfectamente pintados hasta en los detalles mínimos y casi todos con facciones occidentales sean tan similares a los de los santos en los templos católicos. La vestimenta de igual manera cumple un papel fundamental no solo en el aspecto sino también en la vocación y psicología del personaje en cuestión, de tal suerte que el trabajo en el vestuario es de una delicadeza y terminado que denotan una mano de obra meticulosa y conocedora del oficio.

Durante un periodo de tiempo considerable, las marionetas "Piccolini", transitaron el territorio nacional, ofreciendo funciones en pequeñas y grandes poblaciones cobijadas por la Carpa "Rosa María", inclusive en Huamantla, durante los días de feria la carpa era instalada en la plaza principal. Y frecuentada por don Francisco Rosete Reséndez. (Salas 11 y 12)


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Donald Cordry .-


Hansel y Gretel


Donald Bush Cordry, nació en Detroit Michigan en 1907. Estudió en el Instituto de Artes de Minneapolis. Reconocido desde entonces creador de marionetas y coleccionista de ellas. En 1934, se muda a Nueva York, para trabajar como diseñador de marionetas para el afamado tiriritero e ilustrador germano-estadounidense Tony Sarg, quien era conocido como “el padre del títere moderno en Norteamérica”.  
 
Decide vivir en México para continuar su trabajo de etnografía de las artes y artesanías de México. Durante su vida en México recopiló una buena cantidad de documentos y objetos, destacando una gran colección de máscara mexicanas.  
 
Las marionetas del cuento de Hansel y Gretel fueron donadas al Museo Nacional del Títere por Dorothy Mann Cordry en 1991. (Sala 13)  


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Rafael Lemus .-


Titiritero de Prosapia


Nacido en la ciudad de México en 1927, heredero de una tradición titiritera familiar, desde muy joven trabaja con su padre Samuel Lemus quien le enseña no solo la animación de marionetas, sino que lo introduce en su construcción. Don Samuel había trabajado en la Compañía Rosete Aranda-Carlos Espinal.

El maestro Rafael Lemus construyó alrededor de mil marionetas y creo su propia compañía, misma que dirigió hasta su muerte.

Bailarinas, Cantantes, Payasos, Acróbatas, Esqueletos y Princesas, entre muchos personajes más creados por él, hicieron las delicias de niños y adultos por más de 30 años. (Sala 14)

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Carlos Espinal .-


Legado "Rosete Aranda"


Como juego infantil, Carlos niño, construyó un teatrino en el que daba funciones a los arrieros que llegaban al mesón de sus padres en Puebla. Joven, llega a la ciudad de México para ganarse la vida ofreciendo funciones de títeres; para 1913 comienza a utilizar el nombre Rosete Aranda, cuando adquiere de la viuda de Leandro las primeras marionetas. Años después 1943 adquiere una buena cantidad de marionetas que aún guardaba la familia Rosete Reséndez y el nombre "Rosete Aranda", con el que continúa trabajando hasta 1959. Es quizá el primer titiritero que introdujo la música grabada en sus presentaciones.

Considerado además como el padre del teatro de Carpa en México.  
En exhibición títeres construidos por la Compañía "Carlos Espinal e Hijos", entre los años 1920-1940. (Sala 15 y 16)

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Los Aranda y los Rosete Aranda su Arte


La invasión española a estas tierras trajo consigo al teatro de títeres del viejo mundo. Primero solo como divertimento de Cortés y sus soldados y después como herramienta útil de los frailes en la evangelización de los pueblos originarios y en la propagación de la doctrina católica, acompañando al auto sacramental (obra de teatro religiosa) y a las primeras pastorelas presentadas en 1538 en la Capilla Abierta del conjunto conventual de Nuestra Señora de la Asunción en Tlaxcala. Ya en el Virreinato y hasta el siglo XVIII, los espectáculos callejeros de títeres animaron: plazas, mercados y ferias de las ciudades, villas y pueblos a pesar de la persecución de las autoridades Civiles y la Inquisición, quienes durante un largo periodo de tiempo les prohibieron la entrada a la Plaza Mayor de la ciudad de México y sus alrededores, pues los acusaban de charlatanes y hasta satánicos, dado el carácter crítico y contestatario de los títeres ante los abusos de unos y de otros para con la población.  
 
En los inicios del siglo XIX la persecución persistente de los siglos anteriores, sumada al incipiente movimiento bélico independentista, inhibió aún más el trabajo de los titiriteros. Sin embargo, estos factores no lograron su desaparición, pero sí contribuyeron para agudizar el carácter crítico y contestatario mostrado durante el periodo colonial y consecuentemente, porque además del divertimento del pueblo, continuaron con su labor de voceros del acontecer y en ocasiones como transmisores ocultos en el movimiento de insurgencia. De tal suerte que las obras presentadas en esa época eran pequeñas y de pocos personajes, llevando información de un lado a otro con un impacto social importante, además de hacer gratos los difíciles momentos por los que pasaba la población de aquel entonces.  
 
Después de la consumación de la Independencia de México, el 27 de septiembre de 1821, las guerras intestinas continuaron por varios años más, intentando establecer un gobierno que satisficiera tanto a insurgentes como a realistas (conservadores y liberales). Así, surgió primero el Imperio de Agustín de Iturbide y, después, la República, con Guadalupe Victoria como primer presidente. Posteriormente, los constantes cambios de presidentes, todos mediante gresca militar, desembocaron en las invasiones de nuestro país: primero por los Estados Unidos (1847) y luego por Francia (1862-1867), con Napoleón III imponiendo como emperador a Maximiliano. Benito Juárez y, después de él, varias propuestas fallidas, hasta llegar a Porfirio Díaz. 
Huamantla, por su ubicación geográfica, ha sido el paso obligado del Golfo de México (Veracruz) al centro del país desde tiempos inmemoriales. Por tanto, a lo largo de la historia ha sido testigo y, en algunos casos, partícipe de un sinnúmero de acontecimientos históricos de diversa índole: militares, políticos, sociales y religiosos. Esto hizo que se convirtiera en el centro receptor de diversas y múltiples manifestaciones de cultura y arte de distintos puntos del mundo, en distintas épocas y aún en el presente. 
Es precisamente en este contexto geográfico e histórico (1835) que los hermanos Aranda (Hermenegildo, Julián, Buenaventura y María de la Luz) aparecen en el mundo del teatro de títeres. Conocidos ya en la ciudad de Huamantla por su talento en la manufactura de textiles y modelado en barro, sorprendieron en las fiestas decembrinas de ese año a sus paisanos, quienes esperaban ver en la parroquia de San Luis Obispo un tradicional nacimiento, pero lo que encontraron fueron figuras articuladas, con movimiento (movidas con un alambre sobre la cabeza y las manos de los Aranda) y parlantes: una pastorela que sustituyó al tradicional nacimiento. A partir de este hecho, los hermanos Aranda iniciaron su camino en el teatro de títeres, ofreciendo funciones con montajes de cuentos populares de la época en los corrales de teatro, casas y haciendas de la ciudad de Huamantla y sus alrededores. Su fama creció, así como su habilidad para el manejo de las marionetas, en las que innovaron y mejoraron la técnica de animación con el diseño de la cruceta que llegó a conocerse como "Cruceta Mexicana", gracias a las enseñanzas de Margarito Aquino, "Margarage", un italiano llegado a estas tierras, quien, a pesar de (aparentemente) no ser titiritero, llevaba consigo el conocimiento suficiente, producto de su afición por los títeres y de la gran tradición titiritera italiana. 
En la construcción de las marionetas, avanzaron con el cambio de barro por madera, haciéndolas de ayacahuite y colorín. También las telas para el vestuario de los muñecos tuvieron cambios para hacer más reales sus puestas en escena, apoyados siempre en la experiencia del italiano. Esta experiencia, que años después a iniciativa de María de la Luz Aranda, les transmitió a sus hijos: Leandro, Tomás, Felipe y Adrián. El talento creativo innato de los hermanos Aranda, alentado por la lectura y el apoyo de Aquino, de sus tíos Aranda, de su madre María de la Luz y de sus coterráneos, contribuyó para que escribieran sus propias obras y desarrollaran espectáculos completos. De tal suerte que, en los siguientes años, los Aranda se presentaron en ciudades como Jalapa, Puebla y México, con tal éxito que decidieron establecerse en San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan, donde instalaron una carpa en la que ofrecían funciones para el público local y los numerosos visitantes de fin de semana. También se presentaron en los salones de títeres del centro de la Ciudad de México. 
Ya como familia Rosete Aranda, derivado del matrimonio de María de la Luz Aranda con Antonio Rosete en 1850, continuaron su ascenso y popularidad. Fue en 1869 cuando se constituyeron formalmente como la "Compañía Nacional Mexicana de Autómatas Rosete Aranda". Con los jóvenes hermanos Rosete Aranda completamente integrados a la compañía, la creatividad se multiplicó exponencialmente, al tiempo que su trabajo los llevó a recorrer con sus espectaculares títeres todo el país, además de Estados Unidos y Centroamérica. Vivieron largos años de creciente éxito y fama, presentándose en teatros de primera con su amplio repertorio de obras y espectáculos; 285 mencionan los investigadores. Destacamos: "La Verbena de la Paloma", "El Circo Orrin", con Mr. Bell como estrella, "La Pelea de Gallos", "Corrida de Toros", Desfile militar del 16 de septiembre con la representación del "Grito de Dolores", las coplas de don Simón interpretadas por doña Pascarroncita Verde Gay Mastuerzo, acompañada al piano por doña Circuncisión, y por supuesto, la arenga del "Vale Coyote". Todos, personajes emblemáticos de los Rosete Aranda. (Salas 17, 18, 19 y 20)


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Sala 21


De nuevo, en la planta baja y casi al final del recorrido, se exhiben marionetas construidas por Alberto Palmero en homenaje a personajes contemporáneos destacados de Huamantla. (Sala 21)


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Sala 22


El recorrido al museo finaliza con la exhibición de los carteles que han sido imagen del Festival Internacional de Títeres "Rosete Aranda". (Sala 22)

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Al principio realizaban sus funciones en su casa y después en festejos locales.
Corría el año de 1835 y en la apacible Huamantla los hermanos Aranda: Julián, Hermenegildo, Ventura y María de la Luz incursionan en el maravilloso universo de los títeres al representar pasajes religiosos con la ayuda de Margarito Aquino, oriundo del barrio de San Lucas.

Los Aranda empezaron a ser populares y famosos, recorrieron Tlaxcala, su estado natal, y realizaron giras en Puebla, Hidalgo y la Ciudad de México; posteriormente María de la Luz conoció a Antonio Rosete e iniciaron un noviazgo que dio origen en 1850 a la familia Rosete Aranda.

Al paso del tiempo la fama de la dinastía Rosete Aranda creció, a sus espectáculos asistieron personajes como Antonio López de Santa Anna y Francisco I. Madero; además el presidente Juárez invitó a los titiriteros al Palacio Nacional a representar sus cuadros costumbristas.
Los Aranda empezaron a ser populares y famosos, recorrieron Tlaxcala, su estado natal, y realizaron giras en Puebla, Hidalgo y la Ciudad de México; posteriormente María de la Luz conoció a Antonio Rosete e iniciaron un noviazgo que dio origen en 1850 a la familia Rosete Aranda.

Al paso del tiempo la fama de la dinastía Rosete Aranda creció, a sus espectáculos asistieron personajes como Antonio López de Santa Anna y Francisco I. Madero; además el presidente Juárez invitó a los titiriteros al Palacio Nacional a representar sus cuadros costumbristas.

Compañía Nacional de Autómatas Hermanos Rosete Aranda
En 1880 se consolidó la agrupación y tomó el nombre de:
Compañía Nacional de Autómatas Hermanos Rosete Aranda
En 1880 se consolidó la agrupación y tomó el nombre de:

En 1891 fueron llamados al Castillo de Chapultepec, esta vez frente a Porfirio Díaz, dónde representaron el Grito de independencia del 16 de septiembre con más de 600 marionetas en escena.

Escritores afamados de la época, como Manuel Gutiérrez Nájera y Guillermo Prieto, hicieron referencia a la compañía en diversos textos. Ignacio Manuel Altamirano, en el "Diario de la República" escribió el 28 de noviembre de 1880:
En 1891 fueron llamados al Castillo de Chapultepec, esta vez frente a Porfirio Díaz, dónde representaron el Grito de independencia del 16 de septiembre con más de 600 marionetas en escena.

Escritores afamados de la época, como Manuel Gutiérrez Nájera y Guillermo Prieto, hicieron referencia a la compañía en diversos textos. Ignacio Manuel Altamirano, en el "Diario de la República" escribió el 28 de noviembre de 1880:
La novedad, en nuestro concepto, la única que puede llamar la atención en estos días de noviembre y en los de diciembre, se haya -¡quien lo creyera!- en el teatrito de América, en los altos del antiguo Seminario, en el viejo y destartalado salón al que se sube por tres escaleras empinadas e incómodas. ¡Los Títeres!, ¿lo oís?, los títeres!... Lo que hay de sorprendente, es la habilidad suma con que son imitados los movimientos humanos y los de los animales. Hay, entre otros cuadros, el de una pelea de gallos que rivaliza con la realidad. Con Razón la numerosísima concurrencia de todas las noches pide siempre la pelea de gallos. Las pobres aves, enfurecidas, alzan golilla, combaten como si un pequeño demonio interior las agitara...
Ignacio Manuel Altamirano, 1880.

En 1883, la compañía realizó con éxito varias giras por el interior del país, los Estados Unidos de América y Centroamérica.

Para 1894, contaban con su propia imprenta en la ciudad de Huamantla, para hacer su propaganda y editar algunas piezas literarias que formaban parte de su actos (actualmente en el Museo Nacional del Títere, MUNATI, existen testimonios de programas que se vendían a 6 centavos) como el Discurso del Vale Coyote, personaje que sirvió de inspiración a Mario Moreno para crear su personaje de Cantinflas, y las Coplas de don Simón, cuya frase final se volvió de uso popular para denotar las desenfrenos de los tiempos modernos: "¡Ay qué tiempos, señor don Simón!", misma que hace mención Joaquín Pardavé en una afamada película.

De regreso a la Ciudad de México, en 1900, inauguran con su espectáculo el teatro Variedades de la Calle de Ayuntamiento, donde después se fundaría la estación de radio XEW.

En octubre de 1909 muere Leandro Rosete, hecho que causó consternación en todo el país, don Francisco I. Madero envió dos coronas al sepelio como condolencias a la viuda María de la Luz, quien quedó al frente de la compañía continuando con las funciones por todo el país.

Dos años después muere Tomás Rosete.

A principios de 1912 la compañía toma un breve receso en Huamantla, a fin de reparar los títeres, las escenografías, la utilería y ensayar nuevos actos.

Los Hijos de María de la Luz y Antonio, de nombres Leandro, Tomás, Felipe y Adrián se colocan al frente de la exitosa compañía titiritera, en ese momento llegaron a tener mil trescientos muñecos o figuras y para el año 1900 la cantidad llegó a más de cinco mil marionetas.

Leandro se casó en Huamantla con María de la Luz el 14 de noviembre de 1883 y procrean varios hijos, entre ellos Francisco que continuaría más tarde la tradición de la familia Rosete Aranda

Crearon, en más de un siglo de existencia, más de 250 actos diferentes de gran complejidad como "La tempestad en el mar y el naufragio de un barco", donde el feroz viento rompía los mástiles, las velas se desgajaban, el timón salía por los aires, las olas barrían la cubierta, hasta que finalmente se hundía la embarcación y se veía cómo llegaban sus restos hasta el fondo del mar. Son incontables también sus populares personajes que hacían la delicia de chicos y grandes.

En febrero de 1941 la compañía de Títeres de los Hermanos Rosete Aranda cerró sus puertas y los títeres fueron guardados por don Francisco Rosete Aranda en su casona de Huamantla, más tarde en 1943 los títeres fueron vendidos casi en su totalidad a Carlos Espinal, radicado en la Ciudad de Puebla, y otros pasaron a ser propiedad de museos y coleccionistas particulares.

Con Carlos Espinal vuelven a resurgir estos títeres que se presentaban en todo el país, en la radio y en los inicios de la televisión, aún con el nombre de "Títeres Rosete Aranda empresa de Carlos V. Espinal e Hijos"; en 1961 fallece Espinal y los títeres continúan un año más presentándose al público.

De esa vasta colección aún es posible admirar en algunos museos: Museo "Rafael Coronel" de Zacatecas; Museo Nacional de Títere (MUNATI) en Huamantla, Tlax. y en el Museo Casa del Títere Marionetas Mexicanas en Puebla. Por un tiempo varios muñecos estuvieron también en el museo La Casa de los Títeres de Monterrey.

Por fortuna, un grupo de visionarios con el apoyo del Gobierno Estatal inician las gestiones para adquirir una casa en pleno centro histórico de Huamantla para establecer un museo y obviamente adquirir los afamados títeres Rosete Aranda para ser exhibidos.

El 9 de agosto de 1991 se realiza la inauguración del Museo Nacional del Títere "Rosete Aranda", MUNATI, en Huamantla, por la entonces Gobernadora Beatriz Paredes Rangel.

En su inauguración, el maestro titiritero Javier Villafañe, reconocido poeta y escritor de cuentos expresó: "el más bello museo del títere que he visto mi vida"; mientras que la maestra Concha de la Casa, directora del centro de información y documentación de los Títeres en Bilbao, España, opinó "es uno de los pocos que existen en su género, en el mundo entero".
En 1883, la compañía realizó con éxito varias giras por el interior del país, los Estados Unidos de América y Centroamérica.

Para 1894, contaban con su propia imprenta en la ciudad de Huamantla, para hacer su propaganda y editar algunas piezas literarias que formaban parte de su actos (actualmente en el Museo Nacional del Títere, MUNATI, existen testimonios de programas que se vendían a 6 centavos) como el Discurso del Vale Coyote, personaje que sirvió de inspiración a Mario Moreno para crear su personaje de Cantinflas, y las Coplas de don Simón, cuya frase final se volvió de uso popular para denotar las desenfrenos de los tiempos modernos: "¡Ay qué tiempos, señor don Simón!", misma que hace mención Joaquín Pardavé en una afamada película.

De regreso a la Ciudad de México, en 1900, inauguran con su espectáculo el teatro Variedades de la Calle de Ayuntamiento, donde después se fundaría la estación de radio XEW.

En octubre de 1909 muere Leandro Rosete, hecho que causó consternación en todo el país, don Francisco I. Madero envió dos coronas al sepelio como condolencias a la viuda María de la Luz, quien quedó al frente de la compañía continuando con las funciones por todo el país.

Dos años después muere Tomás Rosete.

A principios de 1912 la compañía toma un breve receso en Huamantla, a fin de reparar los títeres, las escenografías, la utilería y ensayar nuevos actos.

Los Hijos de María de la Luz y Antonio, de nombres Leandro, Tomás, Felipe y Adrián se colocan al frente de la exitosa compañía titiritera, en ese momento llegaron a tener mil trescientos muñecos o figuras y para el año 1900 la cantidad llegó a más de cinco mil marionetas.

Leandro se casó en Huamantla con María de la Luz el 14 de noviembre de 1883 y procrean varios hijos, entre ellos Francisco que continuaría más tarde la tradición de la familia Rosete Aranda

Crearon, en más de un siglo de existencia, más de 250 actos diferentes de gran complejidad como "La tempestad en el mar y el naufragio de un barco", donde el feroz viento rompía los mástiles, las velas se desgajaban, el timón salía por los aires, las olas barrían la cubierta, hasta que finalmente se hundía la embarcación y se veía cómo llegaban sus restos hasta el fondo del mar. Son incontables también sus populares personajes que hacían la delicia de chicos y grandes.

En febrero de 1941 la compañía de Títeres de los Hermanos Rosete Aranda cerró sus puertas y los títeres fueron guardados por don Francisco Rosete Aranda en su casona de Huamantla, más tarde en 1943 los títeres fueron vendidos casi en su totalidad a Carlos Espinal, radicado en la Ciudad de Puebla, y otros pasaron a ser propiedad de museos y coleccionistas particulares.

Con Carlos Espinal vuelven a resurgir estos títeres que se presentaban en todo el país, en la radio y en los inicios de la televisión, aún con el nombre de "Títeres Rosete Aranda empresa de Carlos V. Espinal e Hijos"; en 1961 fallece Espinal y los títeres continúan un año más presentándose al público.

De esa vasta colección aún es posible admirar en algunos museos: Museo "Rafael Coronel" de Zacatecas; Museo Nacional de Títere (MUNATI) en Huamantla, Tlax. y en el Museo Casa del Títere Marionetas Mexicanas en Puebla. Por un tiempo varios muñecos estuvieron también en el museo La Casa de los Títeres de Monterrey.

Por fortuna, un grupo de visionarios con el apoyo del Gobierno Estatal inician las gestiones para adquirir una casa en pleno centro histórico de Huamantla para establecer un museo y obviamente adquirir los afamados títeres Rosete Aranda para ser exhibidos.

El 9 de agosto de 1991 se realiza la inauguración del Museo Nacional del Títere "Rosete Aranda", MUNATI, en Huamantla, por la entonces Gobernadora Beatriz Paredes, bajo la museografía del maestro Gilberto Kapellman.

En su inauguración, el maestro titiritero Javier Villafañe, reconocido poeta y escritor de cuentos expresó: "el más bello museo del títere que he visto mi vida"; mientras que la maestra Concha de la Casa, directora del centro de información y documentación de los Títeres en Bilbao, España, opinó "es uno de los pocos que existen en su género, en el mundo entero".

El museo al principio ocupó parte de la casa del siglo XIX que perteneció a la familia Carvajal Barrientos, fue remodelado en los años 2001 y 2002, el 2 de diciembre del 2010 fue ampliado a tres pisos y pasó de 200 a 600 metros cuadrados para exhibir 600 piezas originales Rosete Aranda, entre las que se encuentran títeres, escenarios, muebles y vestuario.

Otra mejora importante al edificio y acervo fue realizada bajo la administración del gobernador de Tlaxcala, Mariano González.

En 2013 se amplió el espacio museístico con la anexión de la casa contigua, sede por muchos años de los juzgados locales en Huamantla, y la adaptación de un teatro al aire libre, instalaciones sanitarias, espacio para tienda de artesanías y cafetería; se adecuó un nuevo repositorio, un espacio nuevo para talleres y la remodelación de un teatro con 80 butacas.

En 2017 se adaptó una sala con carteles del Festival Internacional del Títere (FIT), en ella se cuenta el origen del festival que inició en el año de 1983, en cuyo marco se hace entrega del Premio "Rosete Aranda" a destacados titiriteros que han dedicado su vida a este arte.



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